A una amiga se le ha ocurrido que, para revitalizar este blog, podría continuar con aquellas secciones que se quedaron un tanto abandonadas y con las que, hace ya trece años, empecé a publicar online. Y me ha dicho que su preferida siempre fue Micronozoo; aquel modesto bestiario en el que estuve coleccionando especímenes; muchos de los cuales, por mi inconstancia y falta de tiempo, están en peligro de extinción.
Además, gracias al trabajo de ilustración de la IA y lo despótico de mis indicaciones, he podido añadir imágenes nuevas a las criaturas que definí en aquella época. Espero que haya merecido la pena. Están en la pestaña desplegable, en Micronozoo, por si alguien tiene curiosidad y quiere echarles un ojo (que hace mucho que no comen). Mi preferido es el «Nasonhópito Trompetero», en el post «Solo de trompeta«
La verdad es que esta sección me gustaba mucho y tuvo bastante éxito (si entendemos «éxito» como que la leyeron más de tres personas). Sin embargo, dejé de escribir criaturas, así como otras secciones: Miccionario, Microsomas, etc. Supongo que porque entonces era empresario, tenía mucho trabajo y lo que mal llamaron la crisis financiera de dos mil ocho, me hizo replanteármelo todo.
En fin, para subsanarlo, he decidido continuar con estas secciones; para, por ejemplo, darme el gusto de completar un bestiario decente; que acabe siendo de consulta obligatoria para microexploradores, microzoólogos, y micropenes (que el mercado asiático va a traer cola).
Esta entrada, por tanto, se la dedico a: Natalia, Fiona, Diego y a Carmen, por su buen humor disposición y ganas. Confío en que este ejemplar tan raro te haga replantearte lo de ir por ahí «descalza». Gracias por animarme a que les devuelva el hábitat que necesitan y merecen estas criaturas. Ahora sí, os dejo una nueva entrada para esta sección:
Cepo de Narimanni (Cephorinus Pantalione)
En mil ochocientos siete, el explorador y zoólogo Emiliano Pantafinnoli juró haber descubierto al que se considera el primer ejemplar avistado de esta especie. Fue en las profundidades de las cuevas arenosas de Narimanni. El problema es que apenas pudo dar una descripción de la criatura que le había seccionado la pierna derecha. No fue hasta veinticinco años después, cuando un minero pudo cazar a un espécimen adulto de lo que hoy se conoce como: Cepo de Narimanni o Cephorinus Pantalione. Cuando la criatura confundió su pata de palo con una extremidad jugosa y comestible. Por desgracia, en la actualidad se considera extinto; o eso les cuentan a los mineros, antes de adentrarse temblorosos en la red de cavernas; que coloquialmente se conocen como: «sin pieran ni manni»; lo que, traducido de la lengua nativa, conocida como Norimanno, significa: «Sin piernas ni manos».
Recreación a escala real en el museo minero de Narimanni, en la que se aprecia cómo un trabajador acaba de toparse con una cría de esta especie, totalmente inofensiva pero muy molesta y ruidosa. A la que sólo se puede ahuyentar cantando a dúo con ella. De no seguir esta recomendación, la cría puede alertar a la madre; la que, pese a ser un Cepóforo adulto, es más pequeña que su propia cría pero mucho más agresiva y peligrosa.
Por último y como le sigo enseñando escribir a la IA, le he pedido que me dé su versión literaria de esta misma criatura:
El cepo de cavernas arenosas de Narimanni es una criatura esquiva, con una piel granulada que se camufla entre las dunas. Sus ojos, como perlas negras, destellan bajo la escasa luz, vigilando a los incautos. Sus patas, largas y delgadas, le permiten desplazarse silenciosamente, mientras que sus garras se hunden en la arena para anclarlo durante las tormentas. Este ser solitario prefiere la quietud de las cavernas, donde el sonido de su respiración acompasa el latir del corazón de la tierra. A pesar de su aspecto intimidante, el cepo evita el conflicto, eligiendo la sombra y el silencio como eternos compañeros.
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Nada mal, aunque sigo detectando ese maldito «wokismo» en la programación que hace que todo lo creado sea tranquilo pacífico e inofensivo. Vamos, que el bicho vigila a los incautos para no hacerles nada por serlo. Un tanto absurdo, la verdad. Aunque debo reconocer que está mejorando mucho. Ya se contiene más con los adjetivos, aunque todavía los adelanta al sustantivo, pero, bueno, le doy un seis. Bien hecho, mi pequeña padawan.
Si a alguno de los suscriptores se le ocurre el nombre de una criatura, puede dejarlo en la caja de comentarios y escribo una entrada. Además, de otorgarle el honor nominal de haberla descubierto.
Para terminar, y como primicia para los que hayan llegado hasta aquí, diré que ya tengo escritas y programadas a otras dos criaturas que se publicaran automáticamente una por semana.
A ver que yo me entere, flaco, se la dedicas a cuatro que te han animado a seguir con esta sección (que también es de mis preferidas), pero ninguno es capaz de darte ni un mal «like». Joder, pues vaya ánimos. Siquiera te agradecen con un comentario. No sé que decirte, pero si son tu amigos, búscate a otros, y si son tus alumnos, algo anda mal. ¿no?
¿Qué quieres que te diga? Son como el Capitán Araña; que te hacía embarcar para despedirte desde tierra. No, es culpa mía, porque la publiqué en el blog de clase y «likearon» allí; que es donde tienen costumbre. Pero esta sección tiene más visitas que cualquier otra.