Hoy me he enterado de que, al parecer, en este país -de mierda-, se abandona un perro cada tres minutos.
Es lamentable… aunque al menos en la ciudad de Barcelona han tomado la iniciativa curiosa; que para mí es insuficiente.
Se trata de poner una reproducción de un perro atado a una farola -muchos son abandonados así- con un código en el collar, que puede leerse con el móvil, con el perfil de uno abandonado, para que los transeúntes lo puedan adoptar.
Este fin de semana, también me he enterado de la atrocidad acontecida, hace muy poco, en Alemania. Me refiero a ese perro que ha matado a toda una familia, porque sus primeros propietarios lo adiestraron para pelear, y, tras abandonarlo, después de participar en muchas peleas, fue adoptado por esta familia, que no recibió ninguna información del estado, pero que, igualmente, lo siguieron maltratando; por lo visto el animal se pasaba el día encerrado en una cajón y se lo azuzaban entre ellos en sus disputas familiares.
Como Alemania es un país más civilizado que el nuestro en muchos aspectos, el perro ha sido absuelto. Porque la culpa es siempre del dueño. Sin excepción.
En mi caso, de una manera u otra, que siempre acabo con perro -aunque me prometo una y otra vez que será el último-, suelo decir, sin temor a que me tomen por exagerado -o idiota-, que el hecho de tener perro ya te delata como alguien un punto más estúpido -me incluyo en esta premisa- que los que no lo tienen, ni lo piensan tener.
Para empezar, porque la mayoría lo compra -o lo adopta- por un motivo ajeno al perro en sí: para que te haga compañía, porque es fuerte o de un color bonito, porque es un ‘cachorrito’ muy mono, para ligar o conversar con desconocidos, porque sería ‘guay’ tener perro como ése -ciertas razas se ponen de moda y luego el perro va a tomar por culo cuando pasa la fiebre-, porque hay una encuesta que dice que es la raza más inteligente -y tal vez puedas enseñarle a hacer la declaración de la renta-, o incluso como blanco de tu: afecto -casi siempre histérico-, frustraciones, ira… Incluso como pretexto para que te dé un poco el aire y no estar solo los domingos por la tarde.
Toda estupidez, contenida en la enumeración anterior, se amplifica por la interpretación de los diferentes gestos y expresiones de cada animal, sobre los que el dueño -otro animal menos excusable por tener las manos libres- no se ha molestado en informarse, por ejemplo: Si el perro se vuelve loco nada más verte y trata de subirse a tu ‘chepa’, o te lame la cara – resulta que quiere saludarte o darte un «besito»; cuando se sube a la cama para dormir contigo – quiere mimos o se siente solo; y si por un casual va corriendo y tira a un niño que está dando sus primeros pasos -» No se ponga así, ‘caballero’, que tampoco es que le haya hecho nada a su nene… ¿Qué quiere que le diga? No lo lleve al parque si no quiere que esté en contacto con la naturaleza».
Pero como todos los estúpidos no son del mismo calibre y condición, según el perro su raza su conducta -y peculiaridades de esta- se definen varias subclases, a saber:
Está el típico: Mi perro siempre va primero porque es lo más importante. Para esa persona es algo así como animal sagrado, y todos los demás, les gusten o no, que se jodan. Así es que, si has pisado una de sus mierdas, es mejor que no vengas al parque o que te pires a echar la quiniela, porque de mi ‘perrito’ sólo pueden salir cosas buenas.
En este caso, hay quien lleva bolsas para recoger cacas, anudadas a la correa, pero resulta que son siempre las mismas, porque va distraído -o se lo hace tantas veces como sea necesario- para no recoger la deposiciones de su perro; que cuando son las de un cruce de mastín -con tiranosaurio- son una montaña de fiemo.
Ese perfil tan frecuente que, cuando estás en un local público y su animal se pasa una hora ladrando, está convencido de que debes dar gracias por el concierto, sin rechistar, o se ofende, e incluso puede llegar a agredirte.
También tenemos al clásico: Lo quiero tanto -pero tanto, tanto- que le voy a dar todo lo que me pida, porque los ‘pobrecitos’ tienen una vida tan -tan- corta; y así es cómo son ellos quienes se la acortan -en hasta una década- volviéndole diabético -o ciego-, por darle chocolate -mazapán y polvorones porque es navidad- y otros alimentos, crudos o elaborados, que son venenosos casi para cualquier animal.
Porque al ratoncito de Susanita se le podrá dar turrón y hasta bolitas de anís, pero al resto de los mamíferos -los que son reales- te los cargas con mucho menos.
No puede faltar, claro, quien piensa que un perro debe portarse como un ‘perro’ y que, haga lo que haga, su comportamiento es natural y todo el mundo debe entenderlo así. Por tanto, si su perro ladra y persigue a los ciclistas o patinadores, a veces hasta derribarlos: No pasa nada, ‘señora’, porque lo que de verdad es antinatural es ir en bicicleta o en un patinete, que es una puta tabla con ruedas. ¿O es que no es usted bípeda con un sistema de locomoción de tracción animal? Pues ande que es muy sano.
Este tipo de propietario, además, suele usar correas extensibles, ideales para que su perro tienda una trampa mortal a todo amante del running.
Por otra parte, hay tipos -porque esto es una peculiaridad de los dueños caninos y no de las dueñas (ahora que hay tanto rollo con el lenguaje sexista; otra cosa que suma puntos de estupidez en cualquier baremo)- que justifican la agresividad de su perro como una extensión de su valor u hombría; aunque curiosamente suele ser síntoma de lo contrario. De hecho, he visto casos de dueños que se sienten mutilados -ahí abajo- sólo con que les hablen de castrar a su perro.
Las mujeres, por contra, cuando tienen un perro agresivo -y por tanto peligroso- suelen decir: No sé preocupe, que ladra pero luego no hace nada. No entienden que, sólo con que lo parezca, ya causa desasosiego y malestar. Sin percatarse de que puede que a ella no le haga nada, porque la conoce y es quien le da de comer, pero a un desconocido, en según que circunstancias, tal vez sí.
Conocí a una estúpida que le pegaba a su perro y le gritaba ‘inspección’ -tal y como si ella fuera un oficial de las SS- y, claro, el animal vivió toda su vida desquiciado. Apenas sin salir, más que al parque de siete metros cuadrados de una urbanización, en el que corría en círculos como si estuviese loco. Vergonzoso.
Por último -y ya acabo (que con este tema se me va la pinza)- el otro día me pasan un post en facebook de una pareja que ya no pueden tener a su pastor alemán de tres años, porque, al parecer, van a divorciarse. Y lo dicen como si eso fuese una excusa válida para deshacerse, por las redes sociales, o por cualquier otro sitio, de su mascota. Y lo peor es que la gente lo difunde, en vez de enviarles un mensaje de vuelta o denunciarlo para recordarles que tienen que hacerse responsables; si no es por las buenas, por las malas.
En serio: urge un permiso para tener perro, con un cursillo municipal y un examen, con revisiones cada cierto tiempo, si es necesario por puntos -como el carné de conducir-, con inspecciones de los espacios las condiciones y las posibilidades de las que disponen los propietarios -antes de que lo sean-, pero, sobre todo, con penas más duras para quienes «se deshagan» maltraten o ‘mimen’ hasta matar a su mascota.
Me sumo, a esa iniciativa del carné de conducir al perro… Y en el que haya que declarar donde va usted a tener a su perro… porque la mayoría de los domicilios son una tortura para el pobre animal. En mi barrio nos despierta ahora todas las mañanas un perrito que tienen en el balcón. Un espacio de 2 metros cuadrados como mucho. Hoy ha amanecido lloviendo… y allí estaba.
Sí, por no extenderme.Estoy de acuerdo. No se puede tener un mastín en un piso de cuarenta metros (como he visto).
Me ha parecido genial.
Tuve perro y murió muy joven, en su corta vida, fue una escuela de entrega, de risas y complicidades, felizmente, digo, jamás fui esa clase de estúpida que citas… claro, era un perro, con su lenguaje expresaba amor, solidaridad, por supuesto, todo desde mi criterio, obviamente, jamás sabré qué calificativo tendría en su mente, eso que yo llamo entrega. Su muerte me dejó el corazón apretado, el vacío de saber que ya no más, ahora, está guardado en el cofre donde preservo las cosas hermosas.
«Conocí a una estúpida que le pegaba a su perro y le gritaba ‘inspección’ -tal y como si ella fuera un oficial de las SS» De esas barbaridades que denotan quién realmente, es el animal. Saludos
Hacía tiempo que no leía tal cantidad de sensatez, con respecto al tema mascotas, sobretodo perros…
Gracias. Muchas gracias por decir en voz alta lo que muchos pensamos pero que si decimos, somos tildados de «insensibles» o de no gustarnos los animales.
No, señores… A mí me gustan los perros como a la que más, pero sé diferenciar entre un perro y una persona, cosa que muchos parecen no saber. Aparte, soy consciente de la responsabilidad que supone cualquier cosa que pudiera hacer mi perro y que a los demás, no tiene por qué gustarles. Aquello de la empatía, de ponerse por un momento en el lugar del otro, en vez de mirar contínuamente nuestro propio ombligo y, después de mí, el diluvio.
Consentirlos, darles chuches porque mira, es que se pone taan contento… Incluso negarle el derecho a coger algo de aire de vez en cuando, porque «es tan pequeñito que no hace falta». Esto último es un caso real, de una conocida a la que le acaban de regalar un cachorro de chihuahua a la que, según ella, no va a enseñar a hacer sus cosas en la calle porque no le hará falta pasearla a diario. «Es que estos animales tan pequeñitos… ¿Para qué? Además, que otro perro le puede hacer algo…»
Sí, olerle el culo, que es lo normal en perros psicológicamente sanos y estables.
Luego llegará el momento en el que le apetecerá sacarla para fardar de perro y esa cosa pequeña y raquítica se transformará inmediatamente en Cujo, porque no tiene ni idea de lo que es socializar con personas u otros perros. Y así es cuando te dicen «Es que los chihuahuas tienen mal caracter…»
No, es que muchos dueños de chihuahua son directamente tontos del haba, que le ponen vestiditos al animal porque mira qué cuco y lo llevan en brazos o en un bolso, no sea que se le quiebren las patas. Luego pretenden hacernos creer que ese comportamiento casi psicopático de sus animalitos es porque «tienen mal caracter». Lo de no tener ni idea sobre cómo educar a un perro no tiene nada que ver.
En fin, si hay gente que cría seres humanos para convertirlos en auténticos indeseables del mañana, sin educación, sin un mínimo de moralidad, sin empatía… ¿Qué no harán con un perro, que encima es más fácil de adquirir? (No hay que llevarlo nueve meses dentro)
Hay que empezar teniendo uno mismo la cabeza lo suficientemente amueblada… Y eso no te lo va a decir nadie.
Yo apoyaría totalmente el tema «carnet de perros», con formación y seguimiento de los dueños y el lugar donde los van a tener.
Como también apoyaría que se comprobase al menos que no estás como una cabra, al sacarte el carnet de conducir y ponerte un arma en las manos, como es un vehículo llevado sin responsabilidad.