El Vaharagán común, también llamado «Draconis Haraganum Redomadus» es una criatura sorprendente, a la que sólo se ha podido ver en el bosque cerrado que hay entre las colinas de Palallín, en plena región Chimplandihota. Podría decirse que se trata de un reptil un mamífero y un ave, en un mismo ser.
Pero no diremos tal cosa, porque: no vuela, es de sangre templada, y, desde luego, nadie lo ha visto mamar otra cosa que no sean las vainas frutales, que caen de los Papallalejos. Aunque ellos prefieren las de los Papallacerca; por no caer tan lejos del árbol.
Lo que si es cierto que los ejemplares adultos tienen: escamas, pelo y plumas, de colores vivos que es lo que, sólo en una foresta como la que hay en su hábitat, les permite pasar desapercibidos. Sin embargo, la característica primordial de esta criatura, tanto en el macho como la hembra, es su adaptabilidad magistral para endilgarle cualquier tarea o responsabilidad biológica al que nunca será su cónyuge.
De esta forma, el macho llama a la hembra con un sonido imperceptible para ella (casi telepático), mientras ella le responde, desde la otra punta del bosque, con pequeños espasmos, invisibles para el ojo humano (generalmente porque no suceden), para que sea él quien se desplace hasta ella. Así pueden estar varios meses, si no años. Por eso, es tan dificultoso que lleguen a encontrarse. No obstante, cuando se da esta situación, tan poco probable, la hembra, interrumpiendo su ciclo narcoléptico, abandonará un ovocito (al que siquiera podemos llamar huevo por no estar fecundado), para que sea el macho el encargado de hacer el nido, antes de rociarlo con su esperma; en una especie de do yourself, tan impropio como infrecuente en el reino animal. El problema es que el macho, no sólo no hará nido, sino que además es probable que siquiera fecunde el ovocito; pues dispone de una cantidad de esperma meramente testimonial; que, para colmo, suele acabar sobre cualquier piedra, por estar caliente y más próxima, que el ovocito abandonado por la hembra en vaya usted a saber dónde. Este es el verdadero motivo de que estén siempre al borde la extinción.
Sobre este mismo punto, en mil novecientos veinte, el biólogo alemán, Otto Nosenlokemdiggen, aseguró haber presenciado una cópula vigorosa entre un macho y una hembra de esta especie tan singular. Sin embargo, dicho testimonio no causó gran revuelo en la comunidad naturalista de la época, pues era sabido por todos sus colegas acerca de su gusto desmedido por las bebidas espiritosas de alta graduación.
Menuda imaginación tienes, Carlos.
Pobre Otto, vaya apellido que le has colocado.
Y el bicho, no puede ser más vago.
Ay madre🙈🤣🤣🤣🤣
Es una gamberrada para mantener el blog activo. Gracias, Ivonne
Que relato más bonito Carlos!,no he dejado de sonreír en toda la lectura!.El bicho de la foto es muy simpático!,veo que es poli dactil,como los gatos de Hemingway,y difícil de reproducir como los ositos panda,me has transportado a algún bosque encantado y que ya tenía olvidado desde mi niñez.
oye….no será otro experimento de los tuyos con I.A?
encantada de volver a saludarte!!
No lo llamaría relato, pero me alegro de que te guste, Miriam