Bueno, he recuperado el pulso. Sólo tenía que escribir una par de tandas para estar a tono. Aunque el primero se me fue al límite. Así que, para compensarlo, he afilado los siguientes. Espero que disfrutéis el último. Ah, también le he pedido a la IA que se moje: ¿Qué le voy a hacer soy un reincidente de mierda?
Estos tampoco lo envié a concurso. No creo que vuelva a participar. Al menos, mientras suponga una estrategia de marketing, populista, ñoña, y ausente de criterio literario. Manda narices que haya una escuela de escritura involucrada.
Por cierto, como autor de este post no puedo ver quién vota. Sólo veo números debajo de cada microrrelato. Que están ahí para saber cuál es el que más os gusta, por curiosidad. Con las encuestas pasa lo mismo; que se ve la pedrada pero no la mano. Y me parece bien.
Dicho lo cual, este es microrrelato escrito por la IA sin tiempo de espera:
Dulzura compartida: un relato de otoño /(91 palabras)<
1/1 «Con una piruleta como único consuelo«, Marta se sentó en el banco del parque. Las hojas caían suavemente, pintando el suelo de otoño. Recordó los días en que su abuelo le contaba historias, siempre con una piruleta en la mano. Ahora, con la misma dulzura en sus labios, pero la amargura en su corazón, miraba a los niños jugar. La vida, pensó, era como esa piruleta: dulce, colorida, pero inevitablemente, llegaba a su fin. Se levantó, sonrió a un niño que pasaba y le ofreció su consuelo, sabiendo que la felicidad está en compartir pequeños momentos.
Y aquí vienen mis cinco polluelos (esta vez tardé cincuenta minutos, sin descartes):
Bien apurado, por favor /(100 palabras)<
1/5 “Con una piruleta como único consuelo” doblaba la esquina aquel zangolotino; que cada semana iba a la barbería, sin un pelo en la cara, para que lo afeitasen. —Hoy sí tengo —le decía al barbero; hombretón paciente y concienzudo que le enjabonaba las mejillas para repasárselas con el canto opuesto al filo de la navaja. —¿Qué se debe? —decía el muchacho repasándose los rasgos con la mano. —Nada, zagal, pero si yo fuera tú me la dejaría crecer; que a las mujeres les gustan los hombres con pinta de bárbaro. —¿Y entonces por qué mi madre se casó mi con mi padre? —Por su sonrisa, supongo.
Huérfana en la matinal /(71 palabras)<
2/5 “Con una piruleta como único consuelo”, entraba sola al cine. El acomodador la conducía hasta su butaca, procurando no deslumbrar a nadie con la linterna; pese a que, en la matinal, el cine estaba casi vacío. Entonces, le devolvía su entrada y, sin pedirle propina, no fuera a dejarle el envoltorio de la piruleta, la dejaba allí sentada, acariciando el brazo de butaca contigua; aunque no era tan robusto ni peludo como el de su padre.
Piruleta de depende /(58 palabras)<
3/5 “Con una piruleta como único consuelo”, se ponía a hacer cola, prometiéndose que no iba desenvolverla. No, hasta que estuviera bien sentadito adentro. Sin embargo, si al girarse veía llegar a los cuatro hermanos Robledo, rasgaba el envoltorio para incrústasela ipso facto. Así, por lo menos, nadie se la iba quitar de la boca. No, sin que antes pudiera darle un buen tiento.
Protocolo íntimo /(87 palabras)<
4/5 “Con una piruleta como único consuelo”, se sacaba la dentadura postiza para meterla en la guantera, justo antes de empezar con una tanda de lametones. Los otros conductores lo miraban de reojo desde el carril contiguo, aumentando las dimensiones del atasco. De vez en cuando, un agente de tráfico se acercaba, y al verlo con la cara delante del disco de caramelo, le decía: —»Ah, es usted, excelencia, procedo a despejarle el carril para que nadie lo moleste». Y lo dejaba allí, lamiendo como un becerro, hasta que el caramelo quedaba translucido.
¡Saluda al pajarito! /(71 palabras)<
5/5 “Con una piruleta como único consuelo”, se ponía a cantar; ya que había aprendido que casi todas las cosas pueden disfrutarse doblemente. Una piruleta, por ejemplo, como lo que es, y, un poco antes de chuperretearla a conciencia, como un micrófono de colores. Fue el párroco, precisamente, quien se lo había enseñado en las lecciones particulares de catequesis: —¿Ves este pajarito? Pues no sólo sirve para hacer pipí. También puedes usarlo como si fuera una piruleta.
Uuuf, el primero me gusta mucho. Si yo fuera tú los enviaría a REC. Es verdad lo que dices, pero qué más da. Es lo que hay, no?
Mira como publicita te admito que está bien urdido; porque lo que quiere la SER es oyentes y la Escuela de Escritores publicidad. Así que si fuese un concurso con cierto rigor literario, perderían en ambos casos, ya que siempre ganarían los mismos participantes; porque hay muy pocos con oficio en esto de escribir buenos micros. Pero bueno, yo sigo sin considerarlo un premio prestigioso. Lo que ocurre es que lo utilizo para tener material todas las semanas y aprovecharme de su tirón en las búsquedas que hacen los propios participantes. Eso que mal llamaba Despojos del REC aquel sexador de magdalenas que había por ahí.