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Posts Tagged ‘tiempo’

Sé que te estás quedando calvo, lo he leído en los espacios en blanco del periódico. Como te conozco, apostaría a que a partir de ahora te dejarás la barba, para compensarlo o como contrapeso, igual que si trastornaras el Norte en una brújula. Así que ahora vas al Sur y vas a ir haciendo autostop, porque, por lo visto, se te ha inundado el garaje y tu coche tiene agua salada en el motor. Ahora parece una carpa descomponiéndose en el fondo de una pecera.

Cualquiera en tu lugar estaría deprimido, pero yo sé que en tu caso es diferente, porque no cambiarías ni un pelo de los que se te cayeron por un segundo de lo que aprendiste. El tiempo debería medirse en pelos, que son más flexibles que los segundos y crecerían o podrías cortarlos según la intensidad del momento. ¿No dicen que el tiempo es una constante relativa? Pues el pelo también, te crezca dónde te crezca.

Ya te veo caminando por el arcén con tu barba de naufrago, la calva resplandeciente de un monje y el pulgar de un surfista.

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A los nueve años iba tras una pelota que había pateado mi hermano, cuando vi, sin ser visto, como mi abuelo sentaba a mi abuela de un bofetón en el suelo de la cocina.

Poco después nos llamaron a comer y el abuelo estuvo contándonos chistes y las bromas que hacía cuando era pequeño. Todos reían, pero la abuela estaba muy seria, así que yo tampoco me reí.

Al verme así, mi abuelo me preguntó que si estaba bien y dije que no, que me dolía lo primero que se me ocurrió. Me llevé la mano a la barriga y puse cara de cuando te dan un balonazo justo ahí. Mi abuela me llevó al cuarto de baño y me dijo que me sentase en la taza, que a lo mejor eran gases. Así que me quedé allí sin ganas y sin gases y, sin embargo, sí era verdad que había algo inflado dentro, algo que no quería salir. (más…)

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La serpiente de péndulo o de Ring ya era conocida por los antiguos pueblos nórdicos como serpiente nibelunga o Nidhogg.

Este ofidio vérmido tan singular es uno de los más peligrosos de cuantos existen o se han imaginado; pese a no tener colmillos, veneno, o fuerza constrictora en sus anillos. De hecho, su cuerpo es tan delgado que bien podría confundirse con el de una lombriz de tierra demasiado larga. Así que cuando se desplaza es del todo inofensiva, pero si se muerde la cola y forma un círculo, cualquier caminante despistado que pise en el espacio que comprende dicho lazo, desaparecerá. Ya que el cuerpo de este oficio es lo que se denomina una línea temporal; o mejor dicho su bucle, que conecta el momento presente con el momento en el que nació. Así el incauto viaja en el tiempo los miles de años que lleve arrastrándose por el mundo la serpiente y queda a merced de los rigores del pasado; que no siempre resulta ser tal y como se cree conocer. Muchos han sido los expertos que han desparecido buscándola y sólo uno de ellos ha vuelto para contarlo tras pisar una que era joven (permanecen enterradas los primeros cincuenta años de su vida), minutos más tarde y con sesenta años de más.

A principios del siglo veinte, gracias al zoólogo británico Sir Oswald Wallington, se avistó el último ejemplar de más de cuatrocientos metros pero apenas tres centímetros de grosor. Al parecer, Sir Oswald había instalado su campamento, y el de toda la expedición que pretendía aportar pruebas de su existencia a la British Zoological Association, sin percatarse de que estaba rodeado por el cuerpo de este magnífico ejemplar.

Por el cálculo de la edad de la serpiente, según su longitud y grosor de sus anillos, se estima que allí dónde (y cúando) fueron a parar él y todo su equipo, se les recibió con palos y piedras, en el mejor de los casos.

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El micronocito imbellis o micronocoide alaris, es un insecto prácticamente invisible por su tamaño diminuto y por la velocidad con la que vuela; puede batir sus alas mil veces por segundo (cinco veces más rápido que un colibrí). Es tan rápido que si pasa cerca de cualquier reloj, aunque sea de arena, lo retrasa. Su vuelo genera una onda cronosísmica capaz de detener por un instante el tiempo. Pero no cualquier tipo de tiempo, me refiero sólo al tiempo formal, al cronometrado; ese que decide quién es el ganador en un mundial de atletismo. El tiempo que derrochamos pensando en las musarañas (pariente lejano del micronocito), o ese otro que nos hurta el placer, están totalmente a salvo; porque carecen de nutrientes para esta criatura, que se alimenta, en verdad, de la paciencia del cualquier relojero, o desquiciando a cualquier juez cronometrador.

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Los negulianos tienen tres encéfalos y branquias en cada uno que aportan oxígeno a todo su trabajo pensante; así de paso evitan que se sobrecalienten. Se les considera una civilización de tipo tres, porque conocen los secretos de los agujeros de gusano y los utilizan para recorrer distancias impensables en el espacio y en el tiempo. Son silenciosos y “sordos”, ya que hace tiempo que perdieron sus órganos fonadores y auditivos en pos de los telepáticos. No necesitan reproducirse porque controlan el deterioro celular de los tejidos y no envejecen, por tanto ni tienen sexo ni lo necesitan. Tampoco mueren por otras causas y es absurdo que ningún dios los espere en la otra vida. Si sufren una herida o la amputación de un miembro en un accidente, éste se regenera porque han sabido mutar sus células para que reproduzcan el mismo tejido; igual que lo hace cualquier cérvido con sus cuernas cada primavera, pero en cuestión de segundos.

Aun así, los negulianos no son los más evolucionados del Universo, cualquier civilización de tipo cuatro no necesita de ninguna nave para viajar en el espacio y usan sus cuerpos, alterando su densidad molecular, para adoptar la forma y densidad de la luz. Además, pueden reorganizar sus moléculas de manera que alteren su forma y tamaño, y ello les permite viajar en el espacio escalándose o menguando, para acceder a macrodimensiones, o micromundos… Hace eones que descubrieron que el espacio tiene más de tres dimensiones.

De las civilizaciones de tipo cinco y seis no voy a hablar, porque van más allá de lo que sé y puedo expresar con palabras, pero sí puedo decir una última cosa de todas ellas: Nos han observado, a lo largo de nuestra breve Historia, con la misma fascinación e imparcialidad con la que nosotros observamos un hormiguero, a las abejas recolectar polen, o a un grupo de leones comerse vivo a un ñu.

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